Visitando el estadio del Polonia Varsovia. Polonia 1 – Korona 3

Mi partido empezó en un bar pegado al campo del Polonia, junto a la parte vieja. Punto de encuentro de los aficionados polonistas, buen ambiente, sin estridencias, donde se mezclan todos, niños, mujeres, mayores, ultras. Cualquier aficionado del Polonia es bienvenido ahí para tomarse una cerveza. Incluso tienen la cerveza Królewski, patrocinadora del enemigo íntimo, el Legia Varsovia. Por si acaso no tomé, y me decidí por una Zywec, probablemente la cerveza más vendida en Polonia. De ahí nos dirigimos al estadio, con el tiempo justo y con una gran cola de aficionados que querían comprar entrada. Por suerte ya la tenía desde el viernes, pero las puertas de acceso también estaban llenas. Desde fuera ya se oían las alineaciones, nervios por perderme el inicio, así que mejor hacerse un poco el tonto con el teléfono, seguir a mi amigo experto en estas lides, y ponerme el primero de la fila. Sí, ya sé, no está bien, pero para una vez que estoy en el campo del Polonia no me iba a perder ni un minuto.
Se le ponían bien las cosas para el Polonia Varsovia, ya que en el minuto 7 Bruno sacaba una falta escorada a la derecha, y el portero se tragaba la pelota, en un fallo clamoroso. Uno a cero y los aficionados locales se las prometían muy felices con el liderato.

En el campo del Polonia hay básicamente tres gradas: una en cada lateral, cubiertas y en las que caben de unas 3.000 a 4.000 personas, y otra en el gol norte, en la que apenas caben unas 500 personas, sin techo, y que se reserva para los aficionados visitantes.
Yo me puse en la grada joven, la llamada grada “Kamienna”, en el sector donde se lleva a cabo toda la animación. Entradas extremadamente baratas para lo que estamos acostumbrados en otras latitudes europeas, tan sólo 10 zlotys, unos dos euros y medio para los hombres, y 5 zlotys para las mujeres (poco más de un euro). Sí, no me he equivocado con el tipo de cambio, precios más baratos que en cualquier partido de tercera regional en España. En la tribuna principal, al lado del palco, costaban un poco más, 20 zlotys, pero aún así, baratas.
El estadio en sí, pues digamos que no es de lo mejor en Polonia. Probablemente sea de los más pequeños, aunque tiene la ventaja de que las dos gradas principales se agradece, especialmente en un lugar tan frío como Varsovia. Además, está situado en pleno centro, pegado a la parte vieja, con muy buena comunicación de transporte público.
Lo mejor del partido, sin duda, los cánticos de los aficionados locales. Hay dos aficionados que lideran el tema, desde un “palco” situado en el centro de la tribuna, de espaldas al terreno de juego, y con un megáfono que va dictando lo que se debe cantar. Antes de empezar el partido cantan su himno, “za te czterdziesci lat…” (por cuarenta años), y que hace referencia a los 40 durísimos años que pasó el Polonia deambulando por la segunda y tercera división, y que coinciden en gran parte con la época comunista, así que por aquí no se añoran los tiempos del régimen anterior. A partir de ahí, la tribuna entera de pié durante todo el partido, y sin parar de cantar, saltar y animar a su equipo. Si lo comparas con un partido de la liga española, son pocos aficionados, pero el ambiente es muchísimo mejor.
Mientras, los aficionados del Korona también se hacían oir. Con sus vistosos colores amarillos y rojos, sus enormes banderas y sus cánticos, su presencia no pasaba inadvertida. Empezaron cabizbajos con el primer tanto local, pero el empate en el minuto 41 los despertó. Tanto merecido para los visitantes, que habían tenido ya unas cuantas ocasiones y estaban dominando el partido. Muy atrás el Polonia, que al recuperar el balón tan sólo tenía a Sobiec por delante del balón, muy distanciado de la media y del teórico delantero Smolarek.
Dos cánticos a resaltar tras la polémica entre el propietario del equipo, Wojciechowski, y el entrenador, Bakero. Primero se empezó a cantar “Jose Bakero, Jose Bakero…”, la grada respondió de inmediato y todo el mundo siguió con el cántico. Inmediatamente, y supongo que para el propietario no se lo tomara como una afrenta personal, se canto Jozed Wojciechowski, aunque la verdad es que el tono de voz de los aficionados ya no fue tan alto.
En la segunda parte empeoraron las cosas para el Polonia. El Korona siguió a lo suyo, desplegando un buen juego ante el que nada podía hacer el equipo local, muy nervioso durante todo el partido, con multitud de errores en jugadas aparentemente fáciles. En el 58 Bakero sacó un delantero más, el joven Golebiewski, pero sólo tres minutos después marcó el máximo goleador de la Ekstraklasa, Niedzielan, que lleva 6 goles en 5 partidos. Gran partido el suyo, y destacable también el de su compañero en ataque, Andradina y el del defensa Hernani. El Polonia lo intentó, aunque con escaso acierto. Bakero sacó al jugador que había centrado la polémica con su presidente, Andreu, que poco pudo hacer hasta el final del partido. Se demostró que sin él el Polonia pierde seguridad defensiva, y que su labor oscura y callada es tremendamente efectiva para el equipo. Ya en el último minuto Niedzielan puso el 1 a 3 definitivo.
Fiesta y euforia en la tribuna norte, donde los aficionados del Korona se lo estaban pasando en grande, pero más sorprendente fue la actitud de los “Camisas Negras”. No pararon de animar en toda la segunda parte, cantando sus habituales “Czarne, Czarne Koszule…” con la canción de “Go west…”, o su “Polonia, Polonia….”. Y al final del partido lo mejor. Cuando su equipo ya perdía por 1 a 3 empezaron a cantar una canción que decía algo así como “no importa si pierdes, Polonia te llevo siempre en el corazón”. Y no estamos hablando de los aficionados más forofos, sino que toda la tribuna estaba cantando sin parar. Una vez ya finalizado, los jugadores del Polonia se acercaron a nuestras tribuna y agradecieron al público el apoyo, respondiendo éstos con nuevos cánticos.
En fin, que a pesar de que el equipo local no ganó, disfruté en el campo del Polonia, impresionado con la actitud de unos aficionados que van más allá del resultado de un partido